Los mercados ganaron la guerra y nos lo quitaron todo, privatizaron la sanidad, la educción, la justicia, la ciencia, el agua, la tierra fértil y hasta el sol. Se dejaron la vida por hacerlo todo más adictivo y a cambio nos prometían los mejores entretenimientos para que fuéramos felices. Todo aquello que no correspondiera a esa felicidad era eliminado por el poderoso ejercito o usado para experimentos o trabajos forzosos a través de cárceles privadas.
Soy uno de los trabajadores de esas cárceles. trabajo para un laboratorio y experimentábamos con una droga que ayudara a reducir la necesidad de dormir. Realmente estaba convencido de que era por el bien de la humanidad. Me desquiciaba ver que perdíamos la mitad de nuestra vida durmiendo y soñando inútilmente. Tantas horas de trabajo y consumo desperdiciadas. ..
Por fin un día obtuve resultados, los presos dejaron de dormir y empezaron a trabajar el doble, todo estaba siendo un éxito pero algunos presos se empezaron a obsesionar con las personas que aun dormían, quería saber que soñaban. la obsesión acabo en locura, se volvieron violentos y descontrolados, y empezaron a comer cerebros de otros presos convencidos de que así hacían suyos los sueños.
Inmediatamente eliminamos a todos los afectados y rescatamos a los heridos. La droga resulto ser resistente al cuerpo humano y los heridos había recibido la droga a través de la saliva y la sangre, para cuando vimos los síntomas ya era demasiado tarde y llego el terror a la ciudad.